entre vuelos

Ese día llovía a cántaros. Ella en su mente, pensaba, otro día más como todos los días.

Salió de la escuela y con su celular llamo un remis, su pelo brillante y tan bien cuidado no podía arruinar.

Desde hacia tiempo sentía una tristeza interior muy difícil de describir.

Pasaron ya diez minutos y el remis no venía, entonces, decidió llamar de vuelta, en vano, porque daba ocupado.

Pensó en que mojarse un poco no le hacia mal a nadie, entonces, agarro su mochila y se dispuso a caminar y llegar a su casa, mojada.

Caminaba y observaba a la gente tan apresurada con sus paraguas o en sus autos, con cara de preocupación o simplemente con cara de nada, también por allí escuchaba alguna que otra puteada a Dios y a la lluvia que había decidido llegar justo en este momento. Pensó si alguna vez se convertiría en uno de ellos. Siguió caminando. Así de la anda una carcajada salió de su boca. Reía y reía pero sin entender porqué, esa gran sonrisa de su boca no se borraba. La gente la miraban sorprendida, capaz que estaba loca o había ganado la lotería, anda a saber! igualmente en segundos la ignoraron por completo, tenían muchas preocupaciones como andar pensando en ella.

Se alejo ya del centro, su sonrisa seguía ahí intacta. Caminaba por esas cuadras tan solitarias que la conducían a su casa y así como de la nada, empezó a cantar, caminaba muy lento cantando canciones guardadas en algún recuerdo.

Después, una inmensa locura paso por su cabeza y empezó a saltar por los charcos y a reírse, saltaba catba, reía, todo al mismo tiempo.

Sintió que en ese instante, en esos minutos que esa tristeza que tanto le molestaba desde hacia tiempo, ya no la sentía.

Cerca ya de sus casa una lágrima broto de sus ojos y una sonrisa muy dulce se dibujé en su rostro.

Sintió una tremenda alegría y comprendió, que cuando menos se busca a la felicidad, ella te busca a vos.

Entró a su casa y sintió que ya no sería la misma.