sábado, 28 de febrero de 2009


Es sabido que cuando uno siente que las cosas no pueden ser mejor o que por lo
menos está viviendo un estúpido y frágil equilibrio vital, las mismas tienden a
desmoronarse casi instantáneamente. Es así, una regla vital, una estúpida consecuencia
de la conciencia. Porque quizás uno al pensarlo se está llenando de miedo la vida y se
está abriendo al mismo tiempo a las malas vibras. Tengo la alucinación de que cuando uno es ignorante de su propia felicidad puede conservarla mucho más tiempo y en mejor estado.

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