Se inclinó para besarme de nuevo y ya no había motivo para resistirse. ¿Que sentido tenía?
Esta vez fue muy diferente. Sus manos se deslizaron con suavidad por mi rostro y sus labios cálidos fueron suaves, inesperadamente indecisos. Duró poco, y fue dulce, muy dulce.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor y me abrazó con seguridad mientras me murmuraba al oído.
-Este debería haber sido nuestro primer beso. Mejor tarde que nunca.
Contra su pecho, donde él no podía verme, mis lágrimas brotaron y se derramaron por mis mejillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario