El frío de este invierno congelaba. Yo aguardaba junto a la estación de tren, esperando el que me devolvía de vuelta a casa. El frío era abrumador y los pensamientos, peores.
Mi soledad era peor que el frío de invierno, había entrado a mi vida y parecia que quería quedarse por mucho tiempo más. 
Prendí el último cigarrillo que quedaba en la caja y seguí esperando.
La verdad nose que esperaba. Tal vez el tren que me llevaría a casa, la misma rutina de siempre, o esperaba alguna señal, algo, algo que me haga cambiar completamente de rumbo, que me toque la espalda, me saque la lengua, alguna señal de un nuevo destino.
Esa que nunca llego y me devolvio como siempre a casa, donde la soledad se había vuelto la mejor compañera de este frío, que ahora me congelaba el alma.
 
 
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