"-Nunca digas eso. Haz de cuenta que sólo nos conocimos una vez.
Nunca lo volvió a preguntar. Se avergonzó de haberlo hecho una vez, de haber pensado que su amor podría tener fin o medirse como se mide el tiempo de otras cosas. No tenía por qué recordar en dónde, o por qué, lo conoció. Era innecesario cargarse de algo más que el amor y los encuentros durante los escasos días de descanso. Así lo decidieron, los dos, sin decirlo nunca. Por qué eran ellos felices así, sin prisas, ni tiempos, solo reencuentros de un amor siempre fugaz.
 
 
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