sábado, 12 de marzo de 2011





Si no había nadie me miraba al espejo y hacia caras. A veces hasta lloraba. Mirarme al espejo me daba ganas de llorar. Sin explicación las lágrimas brotaban: me gusta verme llorar, el que diga que no le gusta miente. Sino, inventaba conversaciones con alguien y me miraba al espejo a ver como era mi cara cuando me reía, cuando me sorprendía, cuando sacaba la lengua, cuando intentaba ser sexy, cuando levantaba una ceja, cuando me daba vuelta rápido y el pelo me cubría la cara. Mi cara pensativa, mi cara de interés por lo que me están contando, mi cara de "estoy entendiendo lo que me decís", mi cara de "no entiendo una mierda lo que decís", mi cara de "me duele acá" y mi puchero por si mis padres no me daban lo que yo quería.

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