domingo, 29 de agosto de 2010
Era muy tarde en la madrugada ya. La humedad y la lluvia impedían el regreso a casa. Risas, alcohol, vidrios rotos, humo. VOS. Meses sin verte pero ahí estabas, parado a metros míos mirándonos sin decir nada. Todavía nos entendíamos, fue fácil hacerme entender que querías verme. Salí afuera y me seguiste. Diez cuadras caminando sin decir una sola palabra, solo miradas. Llovía y hacía frío, pero no me ofreciste tu campera, nunca se te dio bien lo del caballerismo. Nos sentamos en la plaza y me abrazaste, me quede congelada con miles de recuerdos y palabras que nunca pude decirte. Después hablamos de todo un poco, todavía no podía disimular la sensación que me produjo tenerte cerca, fue imposible que no te dieras cuenta. Me preguntaste que me pasaba, "tengo frío". Se hizo tarde, me tengo que ir, le dije, aunque deseaba más que nada que el tiempo se detuviera en ese momento. Caminamos agarrados de la mano riéndonos mundo. Llegamos a casa, se acercaba de vuelta la tediosa despedida, TE QUIERO MUCHO, pero no pude responderte, entonces me diste un beso y te fuiste. Solo promesas rotas quedaron de volver a encontrarnos algún tiempo después. Pero las ilusiones ya estaban deshechas desde el día que decidiste irte sin volver. Y quedaron más dudas que certezas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario